¡De fuerte nada¡ Que cierre la boca el Papa, que tiene mucha más proyección mediática que el cartel del autobús, por lo que hace mucho mas daño que sonrisas o indignaciones; o ¿es que vale más la vida de un nonato que la de un africano jugándosela con el sida?
Perdón por la tardanza, pero como nunca comentaba nadie...
Estimado anónimo, no creo que mi pequeña reflexión gráfica sea ni fuerte ni una manera de entrar al trapo.
Más bien lo que pretendía (aunque parece que con escaso éxito) es reflexionar de una manera tirando a jocosa acerca del intrusismo profesional y de la proliferación exagerada de "todólogos". Los todólogos son esa subespecie de periodistas también llamados tertulianos, que pontifican día sí y día también en la tele y en la radio acerca de todo lo que se les pone por delante. No se paran en barras acerca de opinar sobre posibles reformas del código penal, al día siguiente te arreglan la crisis en un plis plas, al otro día ejercen de críticos de arte y los viernes ejercen de consultorio médico si se tercia.
Es evidente que nadie puede saber de todo, y que para cada tema hay expertos reconocidos (a los que les acompaña o bien una formación específica en el tema en cuestión o bien un amplio consenso acerca de que sus opiniones en ese tema en particular son a tener en cuenta)
Respecto a esto último, es bien sabido que el Papa es célibe, puesto que es el "director" de una organización en la que hay que serlo, por lo que de cuestiones sexuales no debería saber demasiado. También es de común conocimiento que no es médico, sexólogo o epidemiologo, puesto que sus estudios son de teología. Por esto creo que no es una persona capacitada para emitir opiniones creíbles de estos temas. El problema se suscita porque aunque evidentemente no está capacitado para emitir estas opiniones, no sólo las emite, sino que son opiniones que en virtud de ser emitidas por él, son tenidas en cuenta por multitud de personas que las juzgan correctas por el hecho de que el Papa es una autoridad en teología, y esas personas profesan la religión de la que él es el máximo representante. Por eso, lo más lógico es que el Papa se limite a emitir opiniones acerca de teología y deje las que versan sobre medicina o epidemiología a médicos epidemiólogos.
To este rollo se puede resumir así: zapatero a tus zapatos.
3 comentarios:
Me parece un poco fuerte, la verdad. Y entramos al trapo con una facilidad...
¡De fuerte nada¡ Que cierre la boca el Papa, que tiene mucha más proyección mediática que el cartel del autobús, por lo que hace mucho mas daño que sonrisas o indignaciones; o ¿es que vale más la vida de un nonato que la de un africano jugándosela con el sida?
Perdón por la tardanza, pero como nunca comentaba nadie...
Estimado anónimo, no creo que mi pequeña reflexión gráfica sea ni fuerte ni una manera de entrar al trapo.
Más bien lo que pretendía (aunque parece que con escaso éxito) es reflexionar de una manera tirando a jocosa acerca del intrusismo profesional y de la proliferación exagerada de "todólogos". Los todólogos son esa subespecie de periodistas también llamados tertulianos, que pontifican día sí y día también en la tele y en la radio acerca de todo lo que se les pone por delante. No se paran en barras acerca de opinar sobre posibles reformas del código penal, al día siguiente te arreglan la crisis en un plis plas, al otro día ejercen de críticos de arte y los viernes ejercen de consultorio médico si se tercia.
Es evidente que nadie puede saber de todo, y que para cada tema hay expertos reconocidos (a los que les acompaña o bien una formación específica en el tema en cuestión o bien un amplio consenso acerca de que sus opiniones en ese tema en particular son a tener en cuenta)
Respecto a esto último, es bien sabido que el Papa es célibe, puesto que es el "director" de una organización en la que hay que serlo, por lo que de cuestiones sexuales no debería saber demasiado. También es de común conocimiento que no es médico, sexólogo o epidemiologo, puesto que sus estudios son de teología. Por esto creo que no es una persona capacitada para emitir opiniones creíbles de estos temas. El problema se suscita porque aunque evidentemente no está capacitado para emitir estas opiniones, no sólo las emite, sino que son opiniones que en virtud de ser emitidas por él, son tenidas en cuenta por multitud de personas que las juzgan correctas por el hecho de que el Papa es una autoridad en teología, y esas personas profesan la religión de la que él es el máximo representante. Por eso, lo más lógico es que el Papa se limite a emitir opiniones acerca de teología y deje las que versan sobre medicina o epidemiología a médicos epidemiólogos.
To este rollo se puede resumir así: zapatero a tus zapatos.
Un saludo.
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